Son dos músicos jóvenes, de raíz cosmopolita, de vocación universalista, de ambición ultramarina. Se atreven con el flamenco y con la canción pop. Ambos vienen del jazz y han aprendido de él que el campo no tiene puertas, que los mares unen y que las fronteras sólo sirven para aislar. Raynald Colom (Vincennes, Francia, 1978) se atreve con el flamenco para desarrollar su sentido del jazz y llegar muy lejos por los caminos que Gil Evans y Miles Davis señalaron décadas atrás. Evocación es un disco magnífico, donde los lenguajes musicales se entienden a la perfección y desbordan emoción, sensibilidad y un profundo respeto con el que seguir adelante. Juliane Heinemann (Berlín, 1980) asombra con un disco de debut sencillamente deslumbrante. Rodeada de un joven y brillante trío de jazz, construye melodías que buscan acomodo en la música popular anglosajona con luminosidad mediterránea y delicadeza femenina. El disco lo encontrarán en su web: www.julianeheinemann.com, y seguro que quedarán atrapados.

Uno de los más importantes y talentosos trompetistas de la dos últimas décadas, el catalán Raynald Colom, acaba de dar otro salto cualitativo adelante con esta “Evocación” y sus nueve nuevas composiciones; es la tercera de sus entregas de larga duración tras los ya en su día espectaculares “Mi forma de vivir” y “Diapasión”. Un mundo personal cargado de influencias que van desde el jazz de vanguardia de los 60 personificado en grandísimos como Miles Davis o Wayne Shorter hasta la fusión flamenca de Paco de Lucía y otros grandes virtuosos de su generación o posteriores pasando –como el mismo reconoce– por chansoniers vinculados a su infancia como el indómito Claude Nougaro. El caso es que el bagaje acumulado durante años, trabajando en sus anteriores registros sonoros junto a personajes del calibre del cantante Duquende y del guitarrista Chicuelo o viviendo la experiencia en directo del ambiente neoyorquino de la mano de músicos de diferente pelaje interpretativo como el pianista Aruán Ortiz, el baterista Enric McPherson o el contrabajista Omer Avital, han servido a Colom para que en estos últimos meses, de nuevo asentado en su habitat natural, haya desarrollado una base artística adecuada para este nuevo y apasionante proyecto discográfico que ahora ha visto la luz.

Junto a algunos otros de sus viejos conocidos como el percusionista Roger Blàvia u, otra vez, Juan Gómez Chicuelo, y nuevo personal (el saxofonista Gabriel Amargant, Isaac Vigueras al cajón, el bandoneista Marcelo Mercadante y la cantaora Rosario Guerrero La Tremendita) se nos invita a disfrutar con un embriagador ejercicio de improvisación cuyas únicas marcas de partida lo constituyen leves indicaciones sobre tempo, armonías o melodías y en el que cada creador aporta lo mejor de sí mismo aunque logrando que nadie pise el terreno de nadie y todos brillen con parecida intensidad. La característica que resumiría la belleza y la profundidad de composiciones sobresalientes como ‘Toulouse’, ‘Sanctuary’, ‘Zyriab’, ‘Como el cielo, las estrellas’ o las dos largas secuencias de título homónimo que han dado nombre al álbum, sería la sencillez; gran sencillez. Una inspirada sencillez no exenta de profundidad y matices pero que nos revela mucha, pero que mucha alegría interpretativa. JAVIER DE CASTRO.

Muchos recordarán el matiz que introducía la trompeta de Colom en “Mi forma de vivir” del cantaor Duquende. Había allí algo nuevo, especial –y especiado- que debía seguir creciendo en matices y hondura. Mucho de eso se oyó en el Diapasón del guitarrista Chicuelo, pero ha sido con este cuidadísimo Evocación cuando ha explotado en todas sus posibilidades la trompeta flamenca del músico hispanofrancés. Se trata de otra forma de entender la herencia gitana, alejada de los modos a los que nos tenían acostumbrados Jerry González, Chano Domínguez o Javier Colina.

El proyecto de Colom se muestra dialogante con los maestros del género, pero se apropia de su decir personal y construye un puente solidísimo entre el jazz y el flamenco que será desde hoy una referencia obligada para cuanto curioso o especialista desee reseguir los caminos de estas músicas que llevan tanto tiempo buscándose y que aquí parecen haberse encontrado definitivamente. Y no se pierdan a Omer Avital (Dave Holland debería escucharle).

Muchas veces se dice de un artista de Jazz que habla con voz propia al escribir sobre uno de sus trabajos. En el caso de Raynald Colom es, además, verdad.

El tercero del trompetista y compositor nacido en Francia y afincado desde niño en Barcelona es uno de esos discos que nos muestra una nueva fotografía sonora de un paisaje ya conocido que aún no nos hemos detenido a contemplar con la debida calma.

Y es que si, en sus propias palabras “el flamenco es el futuro del jazz“, este natural maridaje lo es cada vez más gracias a trabajos como éste, en el que tanto los elementos formales como las pasiones encuentran una equilibrada forma de diálogo.

“Evocación #1”, apertura del disco y auténtica declaración de intenciones es buena muestra de ello. Suave la voz de la Tremendita sobre la escueta rítmica del martinete; suaves entran Aruan Ortiz, (piano), Omer Avital (contrabajo) y Eric McPherson (batería) y suave la trompeta de Raynald, juntos en una conversación donde cada uno expone sus argumentos iniciales pausadamente, con conocimiento de causa y sentido.

En el segundo corte, “Toulouse” conocemos a más invitados; Gabriel Amargant (saxos), Roger Blavia (percusión), Marcelo Mercadante (bandoneón) y Chicuelo (Guitarra), que ejercerá de auténtico maestro de ceremonias y con quien ha colaborado asiduamente en los últimos años Colom (CD Diapasón, 2007).

“Intro de Ida“, deliciosa pieza a contrabajo sólo, “De Ida” e “Y Vuelta” constituyen un auténtico corpus explicativo donde se van explorando y explotando las posibilidades de interacción de los lenguajes manteniendo siempre el tono paciente que domina todo el disco. Corpus que nos sitúa en el momento justo para las menciones.

“Zyryab“, de Paco De Lucía y “Sanctuary“, de Wayne Shorter. Dos versiones de elección nada casual, ejercicio de reconocimiento a los maestros, que además ayuda a mantener la idea de álbum conceptual, reforzada por el fin de fiesta por bulerías ,”Como El Cielo, Las estrellas“, y por la pieza final, “Evocación #2“, reprise del tema de apertura y auténtico cierre de la estructura circular de este viaje de ida y vuelta en busca de nuevas y profundas sonoridades que es Evocación.

Cuentan que un jovencísimo Miles Davis, criado en una familia acomodada de St. Louis, donde la música era parte de la cotidianeidad, estuvo a punto de elegir el violín antes que la trompeta. Su madre apostaba por el delicado instrumento de cuerda, mejor representante de la cultura occidental “seria” y con mucha mejor fama que el de viento, siempre asociado a un ambiente poco recomendable.

El Miles Davis catalán

A Raymond Colom le dicen el Miles Davis catalán, adjetivo del que huye con una sincera modestia. Asegura que su influencia musical es la diversidad del Raval barcelonés, donde vive, donde escucha un gran conjunto de estilos dentro de la llamada música de raíz. La música que responde abiertamente a una tierra determinada y a una cultura aneja a la misma.

Vivir rodeado de música

Hijo de jazzman, ha vivido siempre rodeado de música. Desde que comenzó a estudiar violín en la ciudad francesa de Vincennes, pasando por la decisión definitiva por la trompeta a los ocho, hasta la beca en el Berklee College of Music de Boston teniendo como maestro a Wynton Marsalis.

Ahora presenta su tercer álbum, Evocación, con lo que supera la etapa de “joven promesa”.

Colaboraciones flamencas

Estamos ante un disco de jazz, con colaboraciones importantes como la del guitarrista flamenco Chicuelo y la cantaora La Tremendita. A simple vista “otro disco más de fusión”. Pero la atenta escucha nos obliga a corregir esa primera impresión. No es tanto una fusión como un diálogo entre dos expresiones profundas de dos comunidades con innegables puntos en común.

El disco comienza con un delicado martinete y el cante de La Tremendita. Hay espacio para la voz desgarrada, para masticar los versos. Sin tapar ni pelear por un lugar con los otros instrumentos. Es la clave de Evocación. No se le pide a La Tremendita que cante como Sarah Vaughan, ni a Chicuelo que imite con la guitarra española el trémolo de una Fender.

Por cierto que en los cortes en los que aparece la guitarra de Chicuelo son especialmente deliciosos (’Y vuelta’ o ‘Como el cielo, las estrellas’).

Joyas escondidas

Ahora bien, la protagonista es la trompeta de Colom, que se va descubriendo poco a poco, que va cogiendo peso en la historia, que responde a las provocaciones y que termina por mostrarse espléndido.

La joya escondida es Tolouse de ida y vuelta, una versión con aires cool de una composición de Claude Nougaro. En ella nos confirma que con Miles Davis le unen algo más que coincidencias biográficas. Esquivando etiquetas e ideas preconcebidas, Raynald Colom con Evocación consigue un gran disco de jazz y una voluntad firme de ser un referente.